jueves, marzo 23, 2006

Las treguas las carga el diablo

Todos contentos, la gente se felicita...Comentarios efusivos, de victoria... ¿Qué victoria? Pues de momento ninguna. Los que tienen armas, los que estorsionan empresarios, esos mismos, siguen haciéndolo. Y encima piden favores políticos. Esto empieza a parecer eso de la ley de la oferta y la demanda.
Es bueno que los terroristas den un alto al fuego, claro, pero eso no implica que la justicia y la policía deban dejar de perseguir a los que siembran el miedo desde hace 50 años. Me da más miedo ETA con las armas paradas y sin ser perseguida, que viceversa. ¿Por qué? Porque la historia da lecciones, y gracias a ella ahora sabemos que los marchistas-leninistas-terroristas usan las treguas como una carrerilla que les permite coger fuerza. No podemos sonreír cuando escuchamos a un encapuchado (quítate la capucha si tienes huevos, que para matar ya los tienes) decir que las armas irán al cajón si hacemos todo lo que ellos quieren. ¿Quién se han creído que somos? Claro que una bomba destruye al hombre; pero lo que no destruye es la dignidad, la verdad ni los principios. Eso no lo destruyó ni la II Guerra Mundial.
Por lo tanto, ante este alto al fuego, la sociedad española, el gobierno y todos los grupos políticos deben mostrar una actitud de insufuciencia. Ellos, los que matan, saben que nunca conseguirán lo que quieren; nosotros, los que lo aguantamos todo, sabemos que por mucho que digan, siempre guardarán una pistola en su cintura.
Solo hay una solución: que ETA abandone su particular batalla, que se entreguen y que sean juzgados dignamente. En ocasiones, la palabra perdón no existe...Y este es el caso.

martes, marzo 14, 2006

¿Nos quieren vender un fármaco sin prospecto?

Un día, de pequeño, me encontraba estirado en el sofá, medio dormido, echando eso que llaman "una cabezadita"...Me desperté, era verano, no sabía que hacer, tenía calor y me dirigí a la cocina. Allí, decidí matar el aburrimiento comiendo algo de la nevera y me incliné por unos boyos. Pero cuál fue mi sorpresa, que vi que había unos boyos distintos, unos que nunca había visto, muy vistosos...Bien, estuve unso minutos deliberando si comer los de siempre o decidirme por los nuevos...Finalmente, mi boca, debido a las ansias de curisosidad ingirió los que nunca antes había probado. No parecían malos, era un sabor diferente. Pasados unos minutos, volví hacia el sofá a mirar la Tele, mientras el recién gustillo del boyo me´hacía despreciar aquellos que siempre había comido.

Pasó una hora y ya no me acordaba de los famosos boyos, hasta que de golpe me empecé a sentir mal, incómodo conmigo mismo, me dolía todo. Llegó mi madre de trabajar y me vió muy amarilla, tirando a pálido...Me preguntaba si había comido chucherías, si había abusado de ellas; yo le negaba en todo momento. Se dirigió a la cocina y allí respondió todas sus dudas: "me había comido unos boyos que contenían un ingrediente al cual era alérgico". Ese fue el problema. Esos boyos que parecían tan atractivos, tan buenos, habían acabado sentándome mal...Entonces, me di cuenta lo bueno que es preguntar e informarse antes de utilizar algo y decidí quedarme con los boyos de toda la vida.

Pues bien señores, yo no conozco nada del Estatut, solo sé por voces ,a las cuales desacreditan, algún artículo de los tropocientos miles que hay. Si no quieren que a nuestro país le pase como a mí me pasó cuando era pequeño, por favor, expliquen o envíen a nuestras casas de manera completita que es esto del Estatut. No quisiera que la gente lo vaya a votar en referendo sin saber que vota, como yo, que fui a comer el boyo sin saber que contenía...Lo mismo.

Nada más, solo que espero recibir antes de votar a favor o en contra de Estatut, que voy a votar. Vender un coche con el chasis de un Ferrari y con el motor de un 600 es muy, muy fácil y lo hace hasta el más tonto, se lo aseguro. Aunque a mí, de momento, no me convence la chapa de este supuesto Ferrari, porque sé que no me protegerá de ningún golpe. No más fármacos sin prospectos, gracias.

jueves, marzo 02, 2006

La raza del fútbol

Siempre he creído que lo que sucede en los terrenos de juego difiere totalmente de la realidad. Jugadores, árbitros, aficionados…Firman un pacto donde todo es posible y razonable, bien, casi todo. La violencia y la agresión física no deberían existir en este pacto, pero el insulto es totalmente lícito en este mundo del balompié. Muchos de ustedes, al leer estas palabras, me confundirán con un hooligan o un detestable ultra, pero simplemente reflejo algo que de esconderlo sería una falacia.

El otro día Samuel Eto’o estuvo apunto de abandonar La Romareda por los insultos racistas que recibía. Sí, eran insultos racistas, pero en forma, no en contenido. Me explico. Cierto es que una minoría de aficionados (por llamarlos de alguna manera) de todos los campos de España son xenófobos, pero solo una minoría. La gran mayoría no entiende de racismo, no entiende de odio, solo entiende que su equipo debe ganar, ganar de cualquier manera…Ganar metiendo presión al rival, destrozándole moralmente, como sea, pero siempre ganar. Tal es la pasión por el triunfo que los cánticos de las aficiones se convierten en insultos a las madres de los jugadores, hacia sus defectos físicos o hacia su cultura. Y esto pasó el otro día en La Romareda. Una afición que quiere ganar, unos ultras que empiezan a insultar y un jugador de color que no aguanta más. Tres explosivos que estallaron. Total: todo el campo se anima y sigue a ritmo de masa (no de samba) cualquier vocablo que surja de la boca de los degenerados y Eto’o que se va. ¿Quién actuó mal? Pues no es fácil tratar estos temas, ya que a todos se les puede culpar de algo, aunque, como es lógico, a distinto nivel. El león indomable, harto de insultos, se sintió abanderado de esta causa y quiso actuar en plan ONG. Le entiendo, le comprendo, pero su actitud no ayudó. El nueve del Barça quiso decir con en esos 30 segundos en los cuales nadie sabía si se iba o se quedaba: “Señores, esto es fútbol y no la jungla, ustedes mismos”. Un mensaje que entendimos, pero que vino acompañado de un comportamiento propio de derrotados. Eto’o no podía bajarse los pantalones, aunque sea difícil soportar miles de personas insultándote por algo que no es motivo de insulto. Eto’o debía continuar ahí, marcar un gol y celebrarlo. Solo así puede demostrar que todos los dardos que le lanza la afición contra su color de piel, no son más que palabras que forman parte de un espectáculo. Un espectáculo donde la afición a veces se excede, ya que se deja llevar por la pasión, por las ansias de victoria…Pero no son más que actitudes que desaparecen una vez cruzada la puerta de salida del estadio. Una puerta que nos devuelve a todos la razón y es entonces cuando decimos ¿y qué que Eto’o sea negro? Pero somos esclavos de nuestras palabras, y reconocemos lo que hemos dicho, aunque sabemos que no lo sentimos ni lo creemos, que simplemente son palabras que quieren destruir el juego rival.

De los indeseables de los estadios mejor no hablo, no merecen ni una línea de este blog ni de ningún otro.